Prólogo de la exposición Naturaleza oculta
Praxis Arte Internacional, Buenos Aires. Del 30 de octubre al 25 de noviembre de 2009
ELENA NIEVES Y SU TEMA OCULTO
En el transcurrir permanente de la conciencia de la imagen, el dibujo ha irrumpido en la actualidad ya no tan sólo como representación sino, ante todo, como escritura. Si antes cumplía una función equivalente al sustantivo en el lenguaje de las palabras -representar algo es nombrarlo- desde hace una década, como característica de este nuevo siglo, cada vez más nos refiere a la acción misma de dibujar. O sea, deviene verbo. Alude a sustantivos abstractos, o globalmente sugiere nombres concretos, pero como quien formula una frase donde se interrelacionan conceptos abstractos con alusiones a la realidad. Este renacimiento del dibujo hace que ocupe ahora un lugar privilegiado dentro de ese conglomerado llamado artes visuales. Como se trata de un nuevo acontecer quienes han ido formulando desde el inicio de esta centuria esta nueva función del dibujar tienen el mérito de los pioneros. Entre ellos figura Elena Nieves. Pero, además, al presentar así al dibujo lo enuncia como poesía visual, elaborando la suya propia.
Sus dibujos tienen justamente la presencia de algo que se va desarrollando. De tal manera que si Paul Valéry decía que “las obras del espíritu sólo existen en acto” –o sea, en su enunciación, en su nacimiento- en los dibujos de Elena queda plasmada la radiografía de ese acto. En ellos queda evidenciado su diálogo con la naturaleza. No es que se refieran a ésta de una manera evidente. Una cosa es nombrar algo y otra revelar el acto amoroso de acariciarlo.
Los dibujos de Elena tienen para mí un tema simbolizado en su relación con la naturaleza y otro latente: éste es el amor -concepto abstracto- al que lo hace sentir. Como los amantes que hablando de diversos temas aparentes se refieren secretamente a otro. Elena dejando espacios silenciosos, ocultando secretos para que sean descubiertos y haciendo un entretejido seductor donde toda obviedad es evitada, está refiriéndose a su capacidad de amar. Y lo hace de la manera más natural. Y por esto su tema aparente es la naturaleza.
Al comparar al dibujo con el lenguaje de las palabras hablé de sustantivos (la presencia de cosas). En el caso de Elena, referencias vagas a follajes. Indiqué, además, el paralelo entre la acción de dibujar y la escritura, ejecución de un verbo, ya que existe una actuación en vivo, testimoniada por las obras como huellas. Pero no me referí hasta ahora al tercer elemento fundamental del lenguaje: la adjetivación, función que en la pintura cumplen los colores. Elena en sus dibujos no los utiliza y eso que de hecho en sus pinturas por medio de ellos desarrolla la lírica del acento. En su obra la naturaleza se halla siempre presente. ¿Pero ahora, en el dibujo, cómo adjetiva? Por el contraste entre lo dibujado y los espacios vacíos. Tal como en la música, más allá de los grandes efectos, el silencio cumple una función entre los sonidos. Esto indica como ella adjetiva. Lo hace sin estrépito, acariciando el vacío, yéndose atrás para estar adelante. Como un acto amoroso de hablarle a alguien al oído. A lo oculto, lo quiere así.
Por esto también secretamente sus obras nos enamoran.