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LA LÍNEA QUE PIENSA

Aníbal Cedrón, Revista Caras y Caretas, Buenos Aires, Año 46, Nº 2.209,  2007

Sobre la exposición Atravesando el vacío, Centro Cultural Borges, Buenos Aires, 2007

Los dibujos de Elena Nieves no dejan indiferente a nadie. Sus líneas atraviesan el papel como si fueran poemas que hablan de riesgos que hay que vencer. Su muestra en el Borges es una justa reivindicación de un arte poco transitado.

Ganarle al miedo, correr el riesgo y vencer, desafiar el temor que se siente al filo del abismo, éstas son las sensaciones que parecen haber sugerido Atravesando el vacío, el título bajo el cual Elena Nieves expone dibujos en el Centro Cultural Borges. La obra se extiende por el espacio La línea piensa, creado y orientado por los artistas Luis Felipe Noé y Eduardo Stupía en un encomiable esfuerzo por el rescate del dibujo, que en nuestro país no está suficientemente valorado a pesar de tener extraordinarios cultores.

En los primeros siglos de la era cristiana, los gnósticos –y particularmente Basílides- imaginaron el fantasmal e interminable argumento del Dios-que-no-es, creando la sospecha de otra probable realidad que nos acecha desde el otro lado de los espejos, el lado que se inclina al vacío. Quizá a ese vacío se refiere Elena Nieves pues el dibujo –clásicamente secundario a la pintura y a la escultura- adquirió una autonomía tal que sus fronteras se han extendido al infinito. Así, mientras el blanco de la tela provoca en la pintura un horror al vacío –por lo que el primer acto es cubrir la superficie de color- para el dibujo es luz y espacio. Que conste que ésta es una hipótesis personal y no una tesis, pero es la percepción de lo que parece haber guiado a Elena Nieves, que afirma en su catálogo: “Avancé en el espacio en blanco del papel con la concentración puesta en el trazo irreversible que caracteriza a la tinta. En ese transcurrir de la línea fueron surgiendo unas tras otras las imágenes. Reveladas entre lo evidente y lo imperceptible, la referencia y la trama, lo abigarrado y lo simple. Si una de las características de la línea es su capacidad de dar forma y sentido, de nominar y significar, intenté, además, hacer lo propio con el espacio, revalorizando lo vacío como significante, como aquello que sin estar atravesado por la línea, dice.”

También la lucidez desprendida por el blanco del papel la orientó a las notables transparencias de sus obras, que la artista describe con claridad: “Comencé con tinta sobre distintos tipos de papeles, especialmente papel de calco, que por su capacidad de ser traslúcido me permitió investigar en la superposición de varias capas de transparentes, generando profundidades y atmósferas diferentes.

Prosiguiendo en la lectura de los dibujos de Nieves, frondosas escenas en lo visible, Eduardo Stupía –excepcional dibujante y prologuista de la muestra- comenta con prosa sugestiva y poética: “El paisaje de Elena Nieves llega en la escritura de un follaje gráfico que evoca cierta epifanía luminosa; algo enceguecedor, que viene de una naturaleza estrictamente visual, está a punto de hacer que todo este mundo se disuelva en luz de papel, en la imponente presencia de lo no-dibujado, mientras las heroicas líneas pelean por hacerlo todavía visible. A la vez, allí mismo, sobrevolando esta constelación despareja, inesperados recortes, de contorno deliberadamente subrayado, engañosamente armónicos, vuelven a abonar, en un inestable contraste de proporciones, la paradoja de ausencia y sentido.”

Se sabe que la línea es un principio de abstracción geométrica con uso práctico para medir áreas, determinar longitud geográfica, y para limitar y proporcionar las formas de las construcciones en la ingeniería; también se sabe que la vista une dos puntos en el plano sin necesidad de enlazarlos gráficamente. Pero para la subjetividad humana o el arte, esos dos o más puntos o la línea evidenciada dispuestos en el plano – y siguiendo la teoría de gran Kandinsky- adquieren formas de imagen, que se conjugan en el inconsciente como una marca o huella de una o varias experiencias sensibles del sujeto. Además –curiosamente- línea es un término latino que deriva de lino, cuando es una suerte de hilo en la trama gráfica, y asimismo se habla de hilo conductivo en el texto, que deviene de textil. De pronto Stupía, inspirado por La carta robada de Poe, descubre por ausencia de la línea convencional, o entre lo evidente o no visible en la trama gráfica de Nieves: La línea robada, título de su prólogo, que remata con admiración: “En el dibujo de Elena Nieves aquello que creemos no ver, que desesperamos por encontrar, es lo que está más a la vista.”