Por Laura Feinsilber, Ámbito Financiero, Buenos Aires, Viernes 14 de enero de 2011
Sobre la exposición Abtracción Contaminada, Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, 2010-11
BUEN CATÁLOGO VERANIEGO DEL RECOLETA
Entre las propuestas artísticas para este verano, el Centro Cultural Recoleta ofrece un interesante recorrido. Comenzando por la sala C, “Abstracción contaminada. Un ensayo grupal”, reúne cuatro artistas que difieren en sus poéticas, se han reunido azarosamente y eligieron el blanco y el negro para expresarse. Un montaje excelente permite que las obras se revelen como un contínuum de formas que, sin embargo, preservan la identidad de sus creadores.
Liliana Fleurquin (Buenos Aires, 1953), con mínimos toques y veladuras a manera de aguadas, con trazos gestuales y ciertas formas geométricas logra quebrar y fragmentar el “paisaje”.
Alberto Méndez (Buenos Aires, 1966) utiliza letras y formas correspondientes a plantillas de arquitectura. Su obra, según Luis Felipe Noé, está originada en el automatismo. Enmarañadas, abigarradas, esquemáticas, casi no deja espacios libres, el denso negro se impone, no es aquí “la nada sin posibilidades” como lo describió Kandinsky.
En varias oportunidades vimos la delicada obra de Elena Nieves (Buenos Aires, 1967) en la que el blanco domina y enceguece. Otra vez Kandinsky: “en el blanco se han desvanecido todos los colores, es un gran silencio pero lleno de posibilidades”. Árboles, ramas, follajes, fragmentos de ellos recorren la tela. Si se entrecierran los ojos, se percibe el paisaje total, pero el espacio vacío, el blanco de la tela, lo fagocita.
Jorge Sarsale (Buenos Aires, 1952) trabaja con papeles que han pasado por una máquina trituradora. Un trabajo de pegado obsesivo que da como resultado gran densidad y espesura, una relación equilibrada y ritmos de dramática resonancia.
Una muestra alejada de la “particular coyuntura actual de festiva hipervisualidad”, expresión que el curador Eduardo Stupía utiliza en el texto introductorio del catálogo.
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